UN PROFESIONAL EN LA BÚSQUEDA, ACOMPAÑAMIENTO Y CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD
Si bien el perfil de identidad debe ser claro y coherente en todos los departamentos, secciones y para el conjunto del personal de una empresa, el diseñador gráfico puede y debe colaborar en muchos aspectos.
Es un intérprete de la realidad, de la institución y de los proyectos de ésta. Procura comprender el contexto en el cual la organizacion debe manifestarse y operar, con el fin de potenciar los objetivos comunicacionales y comerciales. Para lograr un buen trabajo debe conocer con la mayor profundidad posible la realidad institucional y todo lo que ello implica, así podrá concebir un mensaje coherente
para completar o terminar de construir el perfil de identidad en el de-venir de la actividad comercial.
El diseñador puede y debe intervenir en todas las dimensiones de la identidad: en la dimensión declarativa, en la búsqueda o adaptación del enunciado más eficaz, necesario y que mejor se ajuste a la institución.
En la dimensión corpórea o básica, interviniendo en el espacio físico, en el producto y en todos aquellos elementos que manifiesten la identidad. En la dimensión relacional, aggiornando y haciendo comprensible los vehículos comunicacionales, tanto en las piezas gráficas, como en el aspecto del personal y en la presencia de identidad.
Es fundamental la selección de los elementos y las formas de transmitir los mensajes. Por ejemplo, el uso del código correcto, en los canales adecuados, con los soportes apropiados, etcétera. Las decisiones y elecciones del diseñador gráfico para lograr una comunicación eficiente, que llegue a quien debe llegar, en el momento preciso. Debe contemplar a ese otro que recibe y decodifica. El receptor genera sus propios significados, que pueden o no coincidir con lo que se pretende. Para evitar lecturas múltiples, es importante conocer al público objetivo, las metas de la empresa y procurar cumplir las expectativas.
Todo ello no debe ceñirse o atribuirse solo a la marca, este es un error en el que se incurre en la actualidad: considerar que con un logotipo se resolverá el problema de la identidad. El diseñador gráfico debe trabajar la impronta de la identidad institucional en todas las piezas gráficas.
La morfología, el lenguaje, las tipografías, las imágenes usadas, la cromática; los soportes hablarán acompañando el contenido discursivo, en una composición de forma y contenido que se moldean simultáneamente.
El resultante del trabajo gráfico debe guardar coherencia con la realidad de la empresa. No debe superarla en demasía ni situarse por debajo. En el primer caso, sobrepasará lo fidedigno y las expectativas del receptor no serán satisfechas y, en el segundo caso, se corre el riesgo de no mostrarse lo suficientemente efectivo o competente para estar a la altura de las circunstancias. Se podría hablar de identidad supravaluada e infravaluada.
En este sentido, el diseño gráfico juega un papel importante. Desde la forma de manifestación de la identidad del producto, su diseño, su presentación, su etiqueta, el contenedor, el estilo, el lugar y la presencia de elementos y colores que lo identifican, hasta los elementos de vinculación o vehículos estáticos (folletería, manuales, entre otros); el diseñador interviene para traducir, modelando y terminando de construir lo declarado, y hacer evidente la forma y la sustancialidad de una manera que permita, en primer lugar, transmitir el mensaje en forma correcta y efectiva, en segundo término, de manera coherente y, por último, (pero no por ello menos importante) de un modo bello.
El ser humano necesita de formatos y estructuras tangibles, concretas, coherentes para creer y luego confiar. El diseñador gráfico hace visibles los conceptos, plasma las ideas, materializa aquello que en un primer momento fue inmaterial, intangible e inimaginable.
Del libro “Identidad Modelo BDR PyME- Guía metodológica para su análisis” de Gladys Sebastiao Victorino (Páginas 113 a115)